¿Chaireando la ciencia?

 Conozco muchas personas científicas que deciden desligarse totalmente del acontecer nacional y hacer como si fuera de su laboratorio u oficina no hubiese un país cayéndose a pedazos. Como si voltear la cara hacia otro lado hiciera que la coyuntura no afecte nuestro trabajo y nuestra calidad de vida en general. Y es que ¿qué tiene que hacer un científico o una científica hablando de política, por ejemplo? Porque, claro, el sistema nos ha hecho creer que no hay que meterse a semejante cosa y que estamos mejor dedicándonos a nuestras cosas y dejando la política para «otra gente». Hay colegas en ciencia que hasta se jactan de ser personas apolíticas y mantener los espacios en los que están como algo «libre de política». Sin embargo, la realidad es que la política no se limita a algo partidista, es algo que está en nuestra vida cotidiana y nos afecta a todos y todas.

Un buen ejemplo es este artículo científico que leí hace algunos días, en el que colegas evidencian cómo variables sociopolíticas y garantías democráticas tienen un impacto en la producción científica relacionada con temas de biodiversidad en Centroamérica. En este estudio evaluaron tres elementos de las «democracias» en la región: libertad de expresión, corrupción política y poliarquía. Estas variables están relacionadas con transiciones democráticas débiles que pueden llevar a una captura del Estado, la cual definen como «esfuerzos de las empresas para moldear las leyes, políticas y reglamentos del estado a su favor al proporcionar ganancias ilícitas a los funcionarios públicos». Esta captura puede ser a través de evasión fiscal, sobornos, criminalización de líderes sociales, financiamiento de campañas políticas, inversión en medios, captura judicial y violación de derechos sociales, culturales y ambientales (¿les suena familiar? A mí, sí).

Dos aportes que quiero resaltar de este estudio son: 1) hay una mayor producción científica en aquellos países donde hay una mayor estabilidad y garantía de condiciones democráticas, lo cual en la región se limita a Panamá y Costa Rica y 2) la baja producción científica de los demás países (incluyendo Guatemala) no es por falta de habilidad o talento sino el resultado de procesos históricos que han debilitado las estructuras estatales y la institucionalidad.

En resumen: nos guste o no, la política también afecta a quienes hacemos ciencia. La buena noticia es que desde nuestros espacios también podemos contribuir a transformar un poco esta realidad, a menos que queramos seguir como lo que el maravilloso Otto René Castillo (torturado y asesinado en 1967) describió como «Intelectuales apolíticos»:

«Un día,

los intelectuales

apolíticos

de mi país

serán interrogados

por el hombre

sencillo

de nuestro pueblo.

Se les preguntará

sobre lo que hicieron

cuando

la patria se apagaba

lentamente,

como una hoguera dulce,

pequeña y sola.

(…)

Intelectuales apolíticos

De mi dulce país,

No podréis responder nada.

(…)

Y callaréis,

Avergonzados de vosotros».

Mural en la USAC, foto propia.

Comentarios

  1. Muy bonito. Creo que es hora de ir creando conciencia y empezar a listar todas aquellas acciones que desde nuestros espacios podemos realizar para involucrarnos.

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  2. Excelente, felicitaciones!

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  3. Tienes toda la razón, debemos involucrarnos, inculcarle con nuestro espacio, aunque sea pequeño, hacemos poco a poco la diferencia. Gracias por compartirlo.

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